Por: Nataly Carrasco Vaca
Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Así lo recuerda el salmo 119, donde la palabra se presenta como guía y claridad. Sin embargo, esta luz va perdiendo intensidad cuando se distorsiona por las múltiples interpretaciones que se hacen, advirtió con firmeza la biblista Sofía Chipana en el taller de Exégesis y Hermenéutica Bíblica, organizado por la línea de acción de formación bíblica del Centro de Promoción del Laicado “Ricardo Bacherer” (CEPROLAI).
La especialista abrió un espacio para que los asistentes compartieran contenidos sobre la exégesis intra bíblica, un diálogo íntimo entre el texto recibido y el escriba. Esta interacción buscaba resolver la tensión que surge entre las antiguas palabras del texto y las exigencias y particularidades del contexto actual.
Mediante un breve recorrido ilustrado con ejemplos concretos, la facilitadora sostuvo que en el Antiguo Testamento la tradición y el texto transmitido fueron adaptados, actualizados, transformados y reinterpretados constantemente.
Sofía Chipana también reveló que en el Nuevo Testamento se aprecia una relectura constante del Antiguo Testamento. En sus páginas quedan marcadas huellas de diversos métodos y estilos interpretativos: alegoría, tipología, midrash, parábola, mashal y metáfora.
Siguiendo una línea del tiempo, se abordó la evolución de la exégesis bíblica en el judaísmo y el cristianismo, incluyendo la interpretación patrística, la influencia de la Reforma Protestante, el papel de la Biblia durante el Renacimiento, su presencia en la Modernidad, su recepción en América Latina y finalmente su interpretación en el pensamiento posmoderno.
Carlos Mesters sostenía que los textos bíblicos son como una flor sin defensa, una imagen que invita a la reflexión. Es crucial recordarlo, pues tendemos a hacer que la Biblia diga lo que en realidad no dice. Por eso, es indispensable abordar sus textos con cuidado y responsabilidad al interpretarlos y enunciarlos.

No es casualidad cuando se dice que un autor que publica su texto deja de ser su único autor porque es el lector el que toma el control del mismo a través de su propia interpretación.