Por: Nataly Carrasco Vaca
“El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”. San Pablo afirma que este amor divino se infunde en el corazón de cada fiel, convirtiéndolo en el lugar privilegiado donde se recibe y se vive la gracia de Dios.
Siguiendo esta profunda enseñanza espiritual, el Vicario Pastoral, P. Juan José Orellana, presidió la celebración de la Eucaristía, la Adoración y la Consagración al Sagrado Corazón de Jesús, en un acto que contó con la participación activa de diversos movimientos católicos. Esta celebración formó parte del año dedicado a la Espiritualidad en el marco del Sínodo Diocesano de la Arquidiócesis de La Paz.
Congregados en un solo espíritu, como un solo cuerpo a la cabeza de Cristo, participaron en el acto de entrega y renovación espiritual representantes de distintos movimientos católicos, entre ellos: Shoenstatt, Apostolado de la Nueva Evangelización, Cursillos de Cristiandad, Prelatura de la Santa Cruz del Opus Dei, Plataforma por la Vida y la Familia, 40 días por la Vida y la familia, Escoge, Talleres de Oración y Vida, Focolares, Legión de María, Discipulado de la Misericordia, Encuentro Matrimonial, Razón de Amor, Voces Católicas y Radio María Bolivia.
El mundo podría preguntarse: ¿quién dedicaría su tiempo al servicio de los demás dentro de un movimiento de la Iglesia Católica? La respuesta se resume en una palabra de cuatro letras: amor, amor a Dios y al prójimo. Conscientes de este amor, nada puede detenernos, pues somos profundamente amados por Dios, reflexionó el presbítero, quien acotó que la verdadera felicidad en la vida nace de ese amor divino que nos impulsa a vivir con sentido y plenitud.
En un momento de profunda adoración al Santísimo Sacramento y posterior consagración al Sagrado Corazón de Jesús, el Padre Orellana invitó a la comunidad a orar al Señor, pidiendo que las autoridades gubernamentales recién electas en Bolivia luchen por una verdadera justicia y paz para todo el pueblo boliviano.









El amor de Dios derramado en el corazón por el Espíritu Santo, transforma, purifica y se manifiesta en el Amor al prójimo como expresión del amor de Dios que nace del corazón.





