Por: Nataly Carrasco Vaca
Muchos piensan que ser catequista es simplemente sinónimo de servicio; sin embargo, es mucho más que eso: es una forma de ser y actuar profundamente impregnada por el Espíritu Santo, que inspira y renueva continuamente este ministerio. Por esta razón, la Diócesis de El Alto ha desarrollado la Escuela de Catequistas II-2025. Un encuentro que anima a seguir a Cristo.
Ni el frío que abraza El Alto en sus noches profundas, pudo apagar el fervor ardiente de aquellos jóvenes que, en palabras de la directora del Centro de Promoción del Laicado “Ricardo Bacherer” (CEPROLAI), Erika Aldunate, quieren ser catequistas desde el alma.
La formación del laicado en general es importante en la medida que ayuda a dar claridad en el accionar de la Iglesia hacia las distintas realidades que a laicos y laicas les toca vivir; familia, profesión, sociedad, política, cultura y otros, sostuvo Aldunate, que fue invitada a participar del mencionado espacio de formación compartiendo los módulos de Historia de la Iglesia y Mariología. La formación de CEPROLAI tiene como base fundamental las Sagradas Escrituras, que, junto a la reflexión teológica, la Tradición y el Magisterio de nuestra iglesia, nos brindan lineamientos para nuestro accionar misionero.
La espiritualidad del catequista no es solo conocimiento o enseñanza, sino un modo de vida que responde a la llamada, a la santidad y la misión propia de todo cristiano laico.