Por: Nataly Carrasco Vaca
En medio de la crisis económica, política, social, familiar y vocacional, estamos llamados a ser herederos de la Misericordia, afirmó Monseñor Basilio Mamani, Obispo Auxiliar de nuestra Arquidiócesis de La Paz, durante la homilía que pronunció en la Eucaristía, Adoración y Consagración al Sagrado Corazón de Jesús. Esta celebración, que se realiza cada primer viernes de mes en la capilla El Carmen, forma parte del Año de la Espiritualidad en el marco del Sínodo Diocesano de la Arquidiócesis de La Paz y, en esta ocasión, reunió a religiosas y religiosos de la Vida Consagrada.
Jesús nos llama y, al igual que a Mateo, nos dice: “Sígueme”. Él no se fija en nuestros pecados ni en nuestra fragilidad, sino que ve a la persona que somos. Nos llama no porque seamos los mejores hombres o mujeres perfectas, sino porque desea extender su misericordia a través de nosotros: perdonados para perdonar, ungidos para ungir.
“Yo quiero misericordia y no sacrificios”. Muchas hermanas y hermanos entregan su vida en el silencio de la oración y en el servicio a Dios y al prójimo, trabajando junto a la comunidad, compartiendo sus alegrías y sus lágrimas.
“Viviendo el Sínodo de la Sinodalidad, necesitamos renovarnos”, afirmó el Obispo en un momento de profunda reflexión, exhortando a los asistentes a orar por nuevas vocaciones a la vida religiosa y a renovar la consagración del pueblo boliviano al Sagrado Corazón de Jesús.